sábado, 26 de junio de 2010

Insomnio

Su mano tocó mis pies y corriendo, se desvaneció en la oscuridad. Mis cabellos, aún dormidos, se erizaron. No sabía qué hora era ni donde estaba. ¿Qué pasa cuando la confusión es cosa de todos los días y lo anormal es la tranquilidad?
Cual muñeco saltarín, aparecí en su cuarto. Vulnerable, temeroso y paranoico miraba la ventana. Estaba en ropa interior, lo que era una viva metáfora de su debilidad. Una voz maternal que lo acompañaba, me dijo: tiene un cuchillo. No le temí a él. Mi miedo era sentir su miedo. Esa persona que de día vestía su traje de autoridad casi autoritaria, escuchó un ruido que no sonó, en el patio, y sintió temblar sus piernas como si fuera un niño. La voz maternal pululaba por la casa hasta volver a su cama. Es curioso como en la noche las distancias se acortan y se pierden detalles. Cuando se entreabren los ojos y el sueño deja de ser sueño pero nos negamos a que sea así.
El aire de paranoia entró por la puerta y lo respiré hipnotizada. ¿Estaba cayendo otra vez? Recostada lo vi nuevamente, despertando a la voz maternal. No logré escuchar lo que decía. Su cuerpo se movía desesperadamente, pero la voz, indiferente y acostumbrada murmuraba un comentario que parecía estudiado.
La realidad me golpea en la nuca. Mis párpados me pesan. La habitación vuelve a estar en penumbras. En realidad siempre estuvo así, sólo que me fui, otra vez. A veces mi cuerpo se queda en situaciones de esas que sí o sí me tengo que quedar, pero hay algo en mí que se va. Acá estoy, acurrucada en un extremo de la cama. Hay espacio, pero me siento tan oprimida que no lo percibo.
Un recuerdo ajeno invade mis fosas nasales y me transporta. Ya no está en ropa interior, pero sí está igual de vulnerable. Su cara de niño acusa seis años pero en ese momento trata de aparentar ser un hombre. Ese mismo hombre que ahora que lo es, siente el mismo temor que aquel niño. Labios de madre besan su frente. Es hora de despertar. Llegaron a su nuevo hogar.
Junto a su pequeña hermana arribaron a ese nuevo país que les dará hogar, estudio y trabajo. Ese lugar donde se van a enamorar o al menos estar en pareja y tener hijos. Por más que él no lo sienta como propio, va a ser el que lo vea vivir. Llegaron sin saber todo lo que les va a pasar y cómo este viaje va a marcar un antes y un después en sus días.
Sus ojos claros, miran asombrados a la gran ciudad. Su mano no quiere soltar a su madre, que le dice que ya volverá. Se siente solo, pero sabe que ella hace todo por su bienestar. Finge autosuficiencia, finge fingir. Es una de las pocas cosas que practicó toda su vida y todavía no le sale. El pequeño demostró una gran capacidad para el estudio y un increíble oído musical. Sin embargo, a medida que fue aumentando su conocimiento, parecía olvidar su edad y fue encerrándose cada vez más en sí mismo.
Abrió sus ojos en la noche y ya era un muchacho. Su padre logró viajar como polizón en un barco y después de una década se reencontró con su familia. Lo abrazó pero sus brazos no le alcanzaban. No se lo dijo, pero su papá sabía que la coraza que había construido en esos diez años los mantendría alejados hasta el día de su adiós.
“Nunca llores delante de nadie. Te lo dice alguien que ha llorado mucho en su vida”. Esas palabras fueron pronunciadas por sus labios bien rojos que heredé. Una lágrima cae por mi mejilla, arrasando todo lo que hay a su alrededor como si fuera ácido. Sigo en la cama, llorando sola. Debe ser una de las pocas cosas que me dijo y la sigo al pie de la letra, sin cuestionar. ¿Debería sentirse orgulloso?
Minutos de sueño, despertador inescrupuloso. Insomnio vencido en la batalla de las ovejas. Rutina sistemática. En la noche nadie se asustó. Ningún cuchillo fue sostenido por venas paranoicas. Mi cuerpo cansado se durmió apenas tocó la almohada. La voz maternal no fue interrumpida en sus sueños. Me lavo la cara con mucha agua. Mis pelos siguen erizados, mis piernas no durmieron. Yo lo sé, ellos lo saben y vos también. Pero de esto no hablamos más.

lunes, 21 de junio de 2010

Cuenta regresiva

Hace ocho meses y medio que el reloj está sobre la mesa. La arena desciende sigilosamente. Varios ojos la observan expectantes y festejan con entusiasmo cada grano que cae. Le dicen la dulce espera, pero deberíamos llamarla la espera de los dulces. Sólo los chocolates y otras golosinas pueden calmar la ansiedad que tenemos por conocerte. Manos de abuelos, tíos y amigos conocen de memoria ese mapa que tiene como punto cardinal el ombligo.
Tu mamá, mira por la ventana, de perfil. Sus ojos primerizos dibujan en el cielo un arcoiris de alegría y una catarata de inseguridades en la tierra. Una luz especial los rodea y abraza. Es tu papá, que los mira embelesado. La pancita materna se enfrenta, a lo lejos,con la panza del reloj. Las dos son frágiles, jóvenes. Ambas cuentan los minutos que faltan.
Las hojas otoñales caen y dan lugar a las nuevas. Al igual que vos, brotan para conocer el mundo. Las luciérnagas están agrupadas para iluminar tu llegada. Sonajeros ensayan para musicalizar tus días y el sol está listo para acariciarte antes de dormir la siesta.
Es hora de construir un castillo de pañales y una cuna de felicidad. Tomi, está por nacer.

sábado, 19 de junio de 2010

El viejo y la laguna

En "El viejo y el mar", el viejo emprendió varios viajes sin lograr una pesca exitosa, como en los buenos tiempos. Su rostro agrietado por el sol no se da por vencido. Algunos pescadores se ríen de él, otros sienten pena. Todas las madrugadas se prepara para pescar ESE pez.
En "El viejo y la laguna", el viejo también emprendió varios viajes. Su cuerpo tiene huellas de haber trabajado árduamente. Hoy, 15 de septiembre de 2009, emprende EL viaje tan esperado. El número 65. Ésta nueva etapa es incierta y el viejo duda como hace tiempo no lo hacía. Al igual que el otro viejo, no se da por vencido.

Mis mejores deseos para éste viaje, VIEJO!

jueves, 17 de junio de 2010

Porno ♥


                                         Como medias que adhieren en mi piel.
                                                                                                                   Mejor tomo asiento.


martes, 15 de junio de 2010


Mamá, sólo soy un yuyo que creció en la pared
ESO depende de vos

lunes, 14 de junio de 2010

El Amor. (Parte I)

Cree en vos una vez dijo, cree en vos que yo creo. Al instante me enamoré. Recuerdo haberlo visto antes y no sé porque sólo quiero estar con él.
En ese entonces jugaba con mis pies y silbaba, contaba a todos de mi belleza, extraordinaria según él.
También recuerdo contaba historias de tristeza, su madre nos alojaba en su hogar, sentados frente al televisor donde siempre estaban las noticias, lograba hacerme emocionar hasta las lagrimas eso era lo que mas le divertía, justo en la primera lagrima sonreía, en la segunda me miraba fijo y ya para la tercera o cuarta emitía sonidos tan alegres, que yo me reía y lloraba igual. Seguido me preguntaba porque lloraba y yo sentía tanta angustia al pensar que él haya sufrido así, que me ataba a ese sufrimiento junto a él. Seguido me besaba y me decía cuanto me quería.
Así vivimos años, yo siempre justifique sus actos, fui su mejor defensora.
En nuestro primer viaje a mis once años realmente me conoció, a decir verdad creo que no le guste demasiado, quería que fuera simpática y dejara de usar esa ropa que tanto me gustaba. Porque siempre estás enojada? Repetía. Yo también me lo preguntaba, pero cada vez no encontré respuesta. Entonces quería hablar con todos para caerle bien, pero la verdad no había nada más aburrido para mi. Pero como podía explicárselo si él es tan lindo cuando ríe.
Supe siempre tenerle paciencia, no quería que se enoje y me mire con esa mirada de decepción, donde las palabras se ahuyentaban y yo sólo sentía otra vez esa angustia por no gustarle. Entonces callaba. A pesar de que muchas veces no tenia razón, así funcionaba, siempre sus abrazos valían más.
Otras veces papá sólo desaparecía.

Jan*

sábado, 12 de junio de 2010

Primer amor

(golpes suaves y rápidos en la cabeza). ¡No te rías! (sonreí y mordí mi labio), es que no me gustan los besos en la cabeza. ¿Qué? ¡Ah!, ¿estás grabando?

Así, casi sin darnos cuenta empezamos a grabar nuestra historia. Tu pelo se movía con la brisa, como en las películas. Tomamos un helado y nos miramos de reojo. Hablamos sin parar por horas. No hicimos más que eso. Mirarnos, sonreír y retorcernos de alegría.

De a poco empezamos a jugar al amor. No sabíamos cómo era pero igual jugamos. Nuestras salidas eran sin rumbo porque lo importante era estar juntos. Caminamos casi todas las calles porteñas. Te guíe y nos perdimos. Creo que eso se repitió en más de una ocasión, pero todo era motivo para reír y abrazarnos.

Un escalofrío me invadía cuando te tenía cerca. Te veía llegar y parecía que veía un espejo. Éramos dos tontos que se buscaban con la mirada y no es que nos encontrábamos, buceábamos uno dentro del otro.

Sin querer empezaste a formar parte de mi vida. En cámara lenta me diste un beso y mi corazón palpitó como nunca lo había hecho. Con mis manos recorrí la tuya y me detuve en tu uña. Era redibujarte con cada caricia que te hacía. Perderme en tus gestos y sonrojarme cuando me hablabas.

Un hilito de voz salía de tu boca. Me decía palabras sinceras y sentidas. Mis piernas inexpertas temblaban y te envolvían. Nos sumergimos en un mar que exploramos juntos por primera vez. Atrás dejamos el horizonte, las olas rompían sobre nosotros.

Estábamos en balsas distintas y no lo sabíamos. Tus ausencias me ardían como el agua del mar cuando roza una herida abierta. Mis silencios no te lo hacían saber. Mi obsesión me dominaba.

Pasaron los meses, pasó la vida, pasó el amor. Al menos eso pensaba. En tus ojos no veía ese brillo. Tus caricias escribían en mi cuerpo la palabra costumbre. Me costó aceptarlo. Me costó decírtelo, pero lo hice. Con un nudo en la garganta, me estaba despidiendo de vos, mi primer amor. Ese ser especial que resaltaba del resto. Con tus defectos y virtudes me enseñaste lo que es amar. Desprenderme de vos era caminar bajo la lluvia con una luz que parpadeaba, amenazando con apagarse.

Te dije que no te iba a ver más y lo cumplí por dos semanas. Así de firme era mi decisión, así de fuerte era mi debilidad por vos. Vueltas sin sentido, inestabilidad constante.

En una de esas tantas vueltas, me dijiste cosas que sabía pero no quería escuchar. Siempre fui muy torpe y solías reírte con ternura de eso. Pero esta vez no era gracioso. La cinta había llegado a su fin hace un tiempo. La rebobiné sin querer y estábamos grabando encima de nuestros recuerdos. Seguías hablando mientras yo miraba un punto fijo, con la mirada perdida, vacía. Aparecí del otro lado de la habitación, detrás del espejo. Mito urbano que era real. Golpeé con todas mi fuerzas el vidrio para avisarte lo que estaba pasando pero no me escuchaste. Desde ese momento nuestros audios se desfasaron y no nos entendimos más.

Ojos mojados sobre la vereda. Mirada resignada en el colectivo. Escena repetida. Actores cansados de actuarla. Distancia definitiva, destino juguetón. Reconstruyendo mis días te cruzaba en eso que llamamos casualidad. Miradas hechiceras. Escena sin continuidad. Estábamos otra vez, uno en frente del otro. Mirándonos a los ojos, después a la boca y otra vez a los ojos hasta sonreír. Nos fundimos en metales violetas y azules que danzaron a la par. Nos volvimos a despedir, el destino nos volvió a juntar.

Una loca idea me hizo pensar que teníamos que intentarlo, otra vez. Muchos días de sol habían pasado desde que te dije adiós por primera vez. Mis ladrillos estaban más firmes y mi camino ya no estaba desdibujado. El audio no estaba desfasado, pero tus palabras no encajaban con las mías. Dejé atrás a la nena que te presenté y la mujer que soy hoy te dijo un tajante chau. Con la cinta desgastada, tiré el grabador a la calle.

viernes, 11 de junio de 2010

Ansiedad

Surco en el piso. Caminar de un extremo al otro. Uñas comidas, lapiceras mordidas.  Abrió la puerta bruscamente. Saludó, se fue, volvió, dio un portazo y se volvió a ir. Era la ansiedad que estaba haciendo tiempo y se cansó de esperar.

Sobrevolar


Escapar a la rutina, con la curiosidad como principal estandarte.
Sentir la naturaleza y ver más allá.
Bailar al compás de las risas y cantar a dúo con el murmullo de los árboles.
Amistad es nuestra unión, el arte es nuestra expresión.
Sobrevolar a la vida es nuestra forma de vivir.