Sólo dejó su pañuelo. Pintado con su esencia, siempre tiene algo nuevo para descubrir. Tuvo que abandonar el lugar. Duele, es imposible negarlo. Pero el alquiler es así. El contrato es indefinido pero no infinito. Sobran las preguntas sobre el motivo. Si era el momento o no. Es raro pasar por la puerta y verlo vacío. Pensar que nunca más va a volver. Pero dejó su pañuelo.
¿Es el
primero de muchos alquileres o es el vuelo directo a una casa más grande y
eterna? Es no saber. ¿Los caminos se van a cruzar de nuevo? ¿Seremos los
mismos? El tiempo lo va a decir. Pero se toma su tiempo. Hay mucha gente que lo
espera ansiosa porque de este tema a los inquilinos nunca les habló ¿Será que
habla cuando vence el alquiler?
Con los
años el pañuelo vuela y se pierde entre las nubes. Ya no importa si alquiló por
mucho o poco tiempo. Lo que importa es que dejó su perfume. El aroma a
aprendizaje y el eco de sus risas siempre van a estar. Las almas lloran más por
los que caminan sin huellas y desalojan sin pañuelos para dejar.